Se cuenta que en una ciudad del interior, un grupo de personas se divertía con el tonto del pueblo; un pobre infeliz, de poca inteligencia, que vivía haciendo pequeños mandados y recibiendo limosnas.
Diariamente, algunos hombres llamaban al muchacho al bar donde se reunían, y le ofrecían escoger entre dos monedas: una de tamaño grande de 400 reales y otra de tamaño menor, pero de 2000 reales.
Él siempre cogía la más grande pero menos valiosa, lo que era motivo de risa
para todos.
Un día, alguien que observaba al grupo divertirse con el inocente muchacho, le llamó aparte y le preguntó si todavía no había percibido, que la moneda de mayor tamaño valía menos; y este le respondió:
-Lo sé, no soy tan tonto. Ella vale cinco veces menos, pero el día que escoja la otra, el jueguito acaba, y no voy a ganar más mi moneda. –
Reflexión
Nadie, que presuma de verdadero cristiano, ha dejado de pasar por situaciones de presión, vergüenza, exposición desmedida, y oprobio. Y la verdad que, por ahora, en este momento de la historia, es el papel que nos tocará actuar. Jesús dijo:
-“Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece.” – (Juan 15.19 – RVR 1960)
Nuestras decisiones y elecciones parecen no tener sentido, ni lógica. Para muchos, somos los “tontos” de la historia, los anticuados, los religiosos, los limitados de mente cerrada, etc. Pero no es ninguna novedad:
-“¡El mensaje de la cruz es una ridiculez para los que van rumbo a la destrucción! Pero nosotros, que vamos en camino a la salvación, sabemos que es el poder mismo de Dios. Como dicen las Escrituras:
«Destruiré la sabiduría de los sabios y desecharé la inteligencia de los inteligentes»”. – (1 Cor 1.17-19)
Sostener la decencia, la honradez, la integridad, la santidad y tantas otras virtudes parece parte de un pasado arcaico y caduco. ¡Y qué hablar, si nuestro énfasis es espiritual por encima del bien material!
Mi apologética en esta ocasión, es por aquellos que como yo, seguimos creyendo al Nazareno.
No tengo dinero, ni bolsa, ni ahorros. No edifico una mega iglesia para presumir grandezas, ni tengo una gran membrecía. Mis prioridades siguen siendo predicar el Evangelio de la Gracia, y la bendición de hacer lo correcto.
En esto creo:
-“Y yendo, predicad, diciendo: El reino de los cielos se ha acercado.
Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios; de gracia recibisteis, dad de gracia.
No os proveáis de oro, ni plata, ni cobre en vuestros cintos; ni de alforja para el camino, ni de dos túnicas, ni de calzado, ni de bordón; porque el obrero es digno de su alimento.” – (Mateo 10. 7-10 – RVR 1960)
He pasado por tonto siempre; para muchos he fracasado en la vida, y hasta no tengo un buen testimonio, porque mis posesiones materiales son las justas y necesarias.
Todavía me muevo en transporte público, todavía llego a la cama cansado y con dolor en mi espalda. Todavía mi provisión sigue siendo el cielo.
De muchos, en quien he invertido tiempo, afecto, oración y desvelo, no he recibido ni honra, ni agradecimiento.
Me preguntaron muchas veces: -¿Hasta cuándo vas a seguir con esto? ¿No te parece que hay más cosas que ser pastor en la vida?
Si, ¡Me hacen sentir como tonto! Pero este tonto, como muchos otros tontos, un día despertará en la gloria; y aquellos que presumieron de sabios y entendidos, de experimentados en la vida, verán con sus ojos como me abrazo al pecho de mi Señor y Salvador, para recibir por siempre la fortuna de elegir la “moneda de menor valor”.
Leí por ahí: -El hombre inteligente, es el que aparenta ser tonto, delante de un tonto que aparenta ser inteligente. –
Podemos estar bien, aun cuando los otros no tengan una buena opinión de nosotros mismos. Porque lo que importa, no es lo que piensan de nosotros, sino lo que el cielo y uno piensa de sí mismo.
Y pregunto:
-¿Quién es el tonto? ¿Quién trabaja para conservar algo eterno, o quien lo hace para algo temporal y pasajero? ¿Quién busca la buena opinión celestial, o la terrenal? –
Todavía sigo creyendo en esta doctrina:
-“Luego Jesús dijo a sus discípulos: «Si alguno de ustedes quiere ser mi seguidor, tiene que abandonar su manera egoísta de vivir, tomar su cruz y seguirme.” – (Mateo 16.24 – TLA)
Todavía sigo tomando la cruz cada día, aquella que me dio el Maestro cuando elegí seguirle.
La verdad, así me gustaría terminar, como este hombre “tonto” y decir:
-“He peleado la buena batalla, he terminado la carrera, he guardado la fe. En el futuro me está reservada la corona de justicia que el Señor, el Juez justo, me entregará en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida.” – (2 Tim 4.7 y 8 – RVR 1960)
Pastor Rubén Herrera
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